Elon Musk, el visionario detrás de Tesla, SpaceX y un sinfín de innovaciones que han redefinido la tecnología, no solo ha construido imperios en la industria automotriz, aeroespacial y de inteligencia artificial, sino que también ha formado una familia extensa y compleja que, al igual que sus empresas, parece operar en un sistema de órbitas propias.

Su vida personal, marcada por tragedias, relaciones fugaces y un profundo interés en la supervivencia de la civilización, ha estado envuelta en una mezcla de admiración y controversia.

Y si bien su legado en la Tierra y en el espacio parece estar asegurado, la historia de su paternidad es un enigma que sigue generando preguntas.

Todo comenzó en 2002, cuando Musk y su primera esposa, Justine Wilson, dieron la bienvenida a su primer hijo, Nevada Alexander Musk. Lo que debería haber sido un capítulo de alegría en su vida se convirtió en una tragedia devastadora. A las diez semanas de nacido, Nevada fue víctima del síndrome de muerte súbita infantil (SIDS).

Wilson relató el doloroso momento en un ensayo publicado en Marie Claire: “Nevada se acostó a dormir, colocado de espaldas como siempre, y dejó de respirar. Cuando los paramédicos lograron resucitarlo, había pasado tanto tiempo sin oxígeno que estaba cerebralmente muerto.”

La pareja, enfrentada a un dolor insoportable, tomó una decisión que muchos jamás podrían imaginar: seguir adelante sin mirar atrás. En lugar de procesar su duelo juntos, cada uno lo hizo a su manera, y la relación nunca volvió a ser la misma.

Quizá impulsados por la necesidad de llenar el vacío que dejó Nevada, Musk y Wilson recurrieron a la fertilización in vitro (IVF) y, en 2004, nacieron los gemelos Griffin Musk y Vivian Jenna Wilson. Pero incluso en la alegría de la nueva paternidad, la sombra del distanciamiento ya se cernía sobre la familia.

Años después, en 2022, Vivian, al cumplir la mayoría de edad, decidió cambiar su nombre y género de manera legal, distanciándose por completo de su padre y alegando que no quería “estar relacionada con él de ninguna forma”.

Para Musk, quien ha expresado opiniones controvertidas sobre la identidad de género, esta decisión marcó una herida que, al menos públicamente, no ha intentado sanar.

El deseo de expandir su linaje no se detuvo ahí. En 2006, la pareja tuvo trillizos: Kai, Saxon y Damian Musk, nuevamente a través de IVF. Pero dos años después, en 2008, Musk y Wilson pusieron fin a su matrimonio en un divorcio que, según ella, fue completamente unilateral.

Años más tarde, en entrevistas y ensayos personales, Wilson describió su relación con Musk como una historia de control y desigualdad, donde ella, a pesar de ser su compañera de vida y la madre de sus hijos, terminó relegada a un segundo plano en la narrativa del hombre más ambicioso del planeta.

Después de su divorcio, Musk se sumergió en una serie de relaciones con figuras del mundo del espectáculo y la tecnología. En 2018, comenzó a salir con la cantante canadiense Grimes, con quien en mayo de 2020 tuvo un hijo que inmediatamente se convirtió en el centro de atención mediática: X AE A-XII Musk. Su nombre, que parecía una ecuación matemática más que un nombre humano, generó confusión y fascinación en redes sociales.

Grimes explicó que “X” representaba la variable desconocida, “Æ” era una referencia a la inteligencia artificial y al amor en varios idiomas, y “A-12” era un homenaje a un avión espía que, según Musk, representaba “nuestra contribución al nombre”. En una entrevista, el empresario aclaró cómo debía pronunciarse: “Es solo ‘X’, la letra X. El Æ se pronuncia ‘Ash’, y A-12 es ‘Doce’.”

Pero la historia de Musk y Grimes no terminó ahí. En diciembre de 2021, la pareja tuvo una hija a través de un vientre subrogado: Exa Dark Sideræl Musk, cariñosamente llamada “Y”. Su nombre, cargado de simbolismo, hacía referencia a la informática cuántica (Exa), la profundidad del universo (Dark, como lo desconocido), y la noción de tiempo más allá de la Tierra (Sideræl), con un guiño a Galadriel, el personaje favorito de Grimes en El Señor de los Anillos.

La llegada de Exa fue una sorpresa, revelada solo meses después del nacimiento, y lo más impactante es que ocurrió poco después de que Musk y Grimes anunciaran públicamente su separación.

Mientras el mundo todavía digería la noticia de su nueva hija, otra revelación sacudió los titulares: Musk había tenido gemelos en secreto con Shivon Zilis, una ejecutiva de Neuralink, en noviembre de 2021.

Los documentos judiciales, obtenidos por Business Insider, revelaron que la pareja había solicitado que los niños llevaran el apellido Musk y el apellido de Zilis como parte de su nombre medio.

Strider y Azure Musk nacieron en el mismo año que Exa, lo que significaba que Musk, en su incansable misión de repoblar el mundo, había tenido tres hijos con dos mujeres distintas en un lapso de pocas semanas.

Con un total de al menos 10 hijos conocidos, Musk se ha convertido en una figura atípica dentro del mundo de la tecnología y el emprendimiento. Pero su paternidad ha sido tan controvertida como su presencia en Twitter. En una entrevista con The New York Times en 2020, admitió que su rol como padre era “limitado” durante los primeros años de vida de sus hijos. “No hay mucho que pueda hacer en esta etapa. Grimes tiene un papel mucho más grande que yo en este momento.”

Sus declaraciones dejaron en claro que su forma de criar no es tradicional, lo que generó críticas sobre su capacidad para ser una figura presente en la vida de sus hijos, especialmente con una agenda que lo mantiene constantemente ocupado entre Tesla, SpaceX y sus múltiples proyectos.

Pero para Musk, tener hijos no es solo una cuestión de familia, sino de supervivencia de la humanidad. En varias ocasiones ha expresado su preocupación por la disminución de la natalidad, llamándola “una de las mayores amenazas para la civilización”. En 2021, tuiteó: “Si la gente no tiene más hijos, la civilización colapsará. Marquen mis palabras.” Para él, su paternidad numerosa no es solo una elección personal, sino un acto necesario para garantizar el futuro de la especie.

Sin embargo, su visión del mundo y de la familia no ha estado exenta de polémica. La decisión de su hija Vivian de alejarse de él fue un golpe mediático, y sus declaraciones sobre la identidad de género han generado críticas feroces.

Su constante justificación de la natalidad como un imperativo civilizatorio ha sido vista por algunos como un intento de racionalizar su propia conducta, mientras que otros lo ven como un llamado legítimo a la acción en un mundo donde cada vez menos personas optan por formar familias.

A pesar de las críticas, el legado de Musk como padre y como empresario está en construcción. Sus hijos heredarán más que su apellido y su fortuna: llevarán consigo el peso de su nombre, su visión del mundo y las expectativas de la sociedad.

Algunos pueden seguir sus pasos en la tecnología, otros quizás decidan distanciarse completamente de su sombra. Lo único seguro es que el nombre Musk seguirá resonando en el futuro, ya sea en la Tierra o en Marte.